"FERNANDO NARVAEZ"

Maldito Duende

"MALDITO DUENDE"

"Éstas son las últimas cosas -escribía ella-.
Desaparecen una a una
y no vuelven nunca más.
Puedo hablarte de las que yo he visto,
de las que ya no existen;
pero dudo que haya tiempo para ello.
Ahora todo ocurre tan rápidamente
que no puedo seguir el ritmo.

(Paul Auster)


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Nombre: Fernando A. Narvaez
Edad: 35

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    12/29/2005 12:20:00 p. m.

    La Libertad según Enrique Bunbury

    A mí me gusta el tema de la libertad.
    Al final ésta película y ésta gira hablan de la libertad.
    Creo que desaprovechamos muchos momentos, muchas oportunidades y que estamos acostumbrados a que nos digan: "¡No! Hay determinadas cosas que son así."
    Cuando te dicen: "Esto es así y tú estás metido en este cajón", de repente me sale el huno que llevo dentro, el Atila que llevo dentro y me dan ganas de coger un bate de béisbol y destruir ese cajón en el que me han querido meter, que a lo mejor es un cajón cómodo, que a lo mejor es un sitio en el que podría pasar el resto de mis días de una forma maravillosa. Pero sólo de pensar que tengo un lugar tan cercado y que encima no lo he elegido yo... Me pone del hígado
    Para mí eso es la libertad; poder destruir ese cajón las veces que quieras. Todas la veces.
    Cada vez que te digan éste es tu sitio... bate de béisbol y a joder el sitio.
    Hay que buscar lugares emocionantes o por lo menos, poder elegir en que cajón te quieres quedar.


    Fragmento extractado de la gira "Freak Show" del Gran Enrique Bunbury
    Ahora sí. FELIZ AÑO 2006 PARA TODOS
    Maldito Duende


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    Fue una Producción de: Maldito Duende a las 12/29/2005 12:20:00 p. m.



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    12/27/2005 10:45:00 a. m.

    Verbos

    Puesto a...

    ... SOÑAR. Sueño con tu risa.
    ... DIVAGAR. Divago con nuestros sueños
    ... IMAGINAR. Imagino mi vida sin vos y me doy cuenta que tengo poca imaginación.
    ... DIVIDIR. Divido las restas mientras sumo las multiplicaciones.
    ... EVADIR. Evado la soledad.
    ... DIFUNDIR. Difundo mi amor y lo pongo en el juzgado de la razón y la razón me dicta la sentencia de que no hay razones para no amarte.
    ... TARAREAR. Tarareo tu nombre en forma de canción de Bunbury, lo balanceo con mi lengua y lo estrujo en mi paladar.
    ... ESCAPAR. Escapo de mi vida anterior y me interno definitiva y absolutamente en mi vida nueva en la que no hay rencores ni odios ni dolores ni penas.
    ... INTUIR. Intuyo tu piel junto a la mía despellejando gallinas.
    ... EMBALSAMAR. Embalsamo los sueños postergados y los dejo en algún cajón viejo de alguna mesa de luz ya inexistente.
    ... CONFUNDIR. Confundo los tiempos y no sé si te conozco de otra vida o de ésta.
    ... AMAR. Amo, te amo y te sigo amando.
    ... CRECER. Crezco a tu lado y me hago un hombre mejor cada minuto.
    ... DERROCHAR. Derrocho caricias, besos y abrazos en cada centímetro de tu piel.
    ... RECORDAR. Recuerdo las piedras en el camino y como me embarullaron lo necesario como para llevarme a vos.
    ... ANALIZAR. Analizo que no hay análisis posible en un sentimiento que no tiene raíces, ni propiedades físicas o químicas que digan que nuestros corazones no son compatibles.
    ... HURGAR. Hurgo en mis recuerdos y mis recuerdos dicen que la mujer que siempre imaginé eras vos.
    ... ENFRENTAR. Enfrento a la soledad invasora y mientras la invito un café, le doy por culo y la dejo hablando sola.
    ... ESCRIBIR. Escribo intentando decir algo que ni sé si se entiende. Y es que TE AMO.
    ... AGRADECER. Agradezco cada instante todos los segundos vividos en nuestra vida.
    ... AMENAZAR. Amenazo al tipo que escribe esto y le digo que si te pierde sabrá, finalmente, que su vida no vale nada.
    ... OIR. Oigo tu vos en cada paso que doy.
    ... TOCAR. Toco un sueño antes intangible dándole la forma que mejor nos sienta.
    ... OLER. Huelo el perfume de tu cuerpo en el mío como un tatuaje eterno.
    ... SABOREAR. Saboreo el recuerdo de la mezcla de nuestras salivas.
    ... VER. Veo que en los puertos de tus poros quiero encallar cada uno de los míos.
    ... SUCUMBIR. Sucumbo a los pies de esta pasión que crece, crece y no deja de crecer.
    ... ABDICAR. Abdico y entrego mi reino entero a este amor.
    ... DEDICAR. Dedico cada una de mis palabras a toda la gente que tuvo, tiene o tendrá un amor como el nuestro.
    ... DECRETAR. Decreto mi persona de tu pertenencia de manera absoluta.
    ... DELATAR. Delato a mi sueños.
    ... ACUSAR. Acuso a los mismos de tenencia y consumo extralimitado de amor.
    ... SENTENCIAR. Sentencio a éstos a vivir en compañía de los tuyos por el resto de sus días de forma perpetua. Sin reducción de pena por buena conducta.

    Y miles de verbos más, pero puesto a...
    ... CELEBRAR. Celebro este fin de año y este año nuevo con un pan dulce colmado de frutas húmedas por nuestro sudor, garrapiñadas bañadas con nuestros anhelos, nueces de cáscaras rotas a fuerza de trompadas de amor y turrones de miel extraída de los panales de las abejas concebidas en nuestros deseos.


    ¡FELIZ AÑO NUEVO PARA TODOS!


    Fernando A. Narvaez


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    Fue una Producción de: Maldito Duende a las 12/27/2005 10:45:00 a. m.



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    12/22/2005 11:29:00 a. m.

    Eugenio Tallarico (Reedición)

    Mientras preparo el texto final del año, vuelvo a publicar un texto que forma parte de una trilogía que fue publicada en el blog anterior "Flamingos". En éste caso, levemente corregida.
    Muchos ya la han leído pero otros no, y en vista de las satisfacciones que me dio escribirla y, sobre todo, compartrla, es que la vuelvo a publicar dejándoles el deseo de las mejores Fiestas para todos.

    Eugenio Tallarico

    La mañana del domingo 4 de septiembre de 1998, a Eugenio Tallarico lo sorprendió a las tres de la tarde. No tenía claro cuánto había dormido. El cuerpo le zapateaba un malambo en el alma y la cabeza le repicaba como un bombo. Trató de entender de qué forma había llegado hasta aquel parque, pero toda su noche anterior, sólo se le hacía presente en forma de "polaroids", en instantáneas de sentimientos. Intentó deshacer sus pasos pero le resultó imposible. Acarició el recuerdo de las risas de su hermano Pablo y de sus amigos. "¿Dónde estaría Pablo en este momento?" - pensó.

    El reloj le marcaba las tres y cuarto de la tarde. Entre mareo y resaca recordó que a las cuatro jugaba su River Plate amado. Comenzaba a reconocer el lugar en el que estaba y le pareció que estaría muy bien ir al bar donde siempre se juntaba con sus amigos y su hermano a ver al Millo. Al llegar vio que no había nadie y que el partido tampoco lo estaban pasando. "¡Cierto que se pasó para el martes!"

    La primavera venía asomando su hocico en forma de rayos de sol templados. El día estaba hermoso para caminar toda la tarde. Agarró su celular y se dio cuenta de que no le quedaba batería. "¡Para que mierda tengo esto?" - masculló entre dientes, mientras se disponía a buscar un teléfono público para avisar en su casa que no llegaría hasta la noche.

    Empezó a caminar decepcionado por no haber encontrado a sus amigos, pero reconfortado por aquel sol primaveral. Se sentía liviano, no tenía hambre y se dedicó un tiempo para pensar. Se acordó de Aurelia, su novia de toda la vida. Él tenía 28 años y la conocía desde los 8. Hacía dos años que no se veían ni se hablaban. Nunca tuvieron en claro por qué. Sin darse cuenta empezó a caminar en dirección de su casa. "¿Y si le toco el timbre? ¿Qué puedo perder? ¡Peor no puedo estar!"

    La "Tripy", así se llamaban entre ellos, vivía enfrente de una plaza en la zona de La Paternal. Eugenio encaró rumbo a su casa desde el rincón opuesto de la misma cruzándola en diagonal y la vio cuando subía al auto de su padre. Un segundo antes, ella miraba sin ver a través de la plaza directamente por donde él se acercaba. Eugenio notó, o quiso creer, que de sus ojos brotaban lágrimas. Su corazón fue invadido por la pena y la desazón. La Tripy se subió al auto y se alejó.
    Él sabía que los domingos familiares de Aurelia eran sagrados, al mismo tiempo recordaba que esos días, arrancaban mucho más temprano. Se preocupó y decidió esperarla.
    Nunca se imaginó que jamás la volvería a ver en esa plaza.

    Para hacer tiempo fue hasta la casa de su tía Chiny, "No estaría mal tomar unos mates con los primos y llenar el estómago"
    Pero al llegar, vio que tampoco estaba su auto. Tocó el timbre en el viejo caserón y sólo aulló su respuesta el viejo Tantor, el mastín de su primo.

    Volvió a la plaza decepcionado. Sus amigos no estaban en el bar, la Tripy se había ido en familia y sus primos no estaban. "¡Pablo! ¿Dónde estaba Pablo?"

    Sentado en un banco y viendo jugar a los chicos, los recuerdos se le cayeron de la estantería más alta de la biblioteca de la memoria. Recordó sus tardes con Beto, su padre, y con su Pablo del alma. Su padre siempre los llevaba a jugar a la pelota. Hacía un par de años se habían mudado, pero en ese parque habían crecido.

    El tiempo fue pasando rodeado de emociones, de risas y recuerdos de goles convertidos entre los dos árboles que hacían las veces de arco. Se le insertó en la memoria la época en que Pablo estuvo internado tres días en observación después de que él lo hubiera tirado del tobogán, haciéndole pegar la cabeza contra el piso. Pablo había perdido la conciencia y lo habían hospitalizado de urgencia a los 7 años. La culpa se hacía presente a cada instante en su cabeza y en su corazón. Siempre era igual y lo invadió un extraño sentimiento. "¿Dónde estaba Pablo ahora?"

    Cuando aquel hombre se sentó a su lado eran más de las 20. "Hace más de tres horas que estás acá sentado" - le dijo el sujeto. El tipo estaba junto a él hacía más de dos horas, su presencia Eugenio no la notó hasta que lo escuchó. Su voz le dio una mezcla rara de sentimientos: por un lado le infringió nerviosismo, pero por el otro, absoluta calma. "¡Estoy esperando a la Tripy!" - le respondió con un asomo de lágrimas en los ojos. "No es éste el momento ni el lugar donde vas a volver a verla ¿No es tiempo de que vuelvas a tu casa?"

    Eugenio no entendió cómo ni por qué, pero se levantó y comenzó a caminar rumbo a su casa. Se había mudado a unas 15 cuadras. El corazón empezó a latirle con fuerza. Esa voz le había despertado malos presentimientos.

    Las malas noticias circulan con la fuerza de un huracán. Los pies no le daban respuesta y al llegar a la vuelta de su casa, oyó a una vecina que le decía a otra: "¡Lo del chico Tallarico es terrible! ¡La familia está destrozada! Dicen que lo encontraron muerto en un parque, pero no sé bien qué fue lo que pasó"

    "¿¡PABLO!? ¡NOOOOOO!"

    Corrió sin llegar jamás, esas dos cuadras no pasaron nunca. Los recuerdos se le agolpaban. Y, otra vez, LA CULPA "¿Cómo no pude quedarme con él anoche? ¿Qué le había pasado?"
    Se sentó a dos puertas de su casa y lloró. No quería entrar. Pablo estaba muerto y él no había aparecido en todo el día ¿Qué le diría a su familia? Vio que estaba el auto de la Tripy y el de su tía Chiny. Escuchó las voces de sus amigos en el jardín de su casa.

    ¡Tenés que ver la realidad! - le dijo la misma voz de la plaza - Entremos, yo te acompaño
    ¡No quiero ver a mi hermano muerto!

    ¡Vamos!

    El hombre lo tomó del brazo, lo ayudó a levantarse y lo condujo hasta la puerta de su casa.
    No miró a nadie, fue directo a la habitación donde estaba su hermano, sólo Aurelia lo siguió con la mirada.
    Tomó aire frente a la puerta y sintió el aroma de las flores que se escapaba del recinto. Respiró hondo y entró.

    El corazón le dio un vuelco. Pablo estaba allí llorando. Lloraba de rodillas junto al cajón. Eugenio comprendió todo. Fue el momento más feliz de su muerte, Pablo estaba bien. Lo invadió la PAZ y la culpa se desvaneció, lo besó en la cabeza sin que su hermano lo notara y se fue.

    Afuera todo el mundo estaba triste, sólo una persona lo miraba sin verlo

    - Siempre te amó y no va a dejar de hacerlo, es una lástima que ninguno de los dos lo haya dicho antes - Le dijo, otra vez ese hombre
    - ¿Y vos quién sos?
    - Mi nombre no importa demasiado.


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    Fue una Producción de: Maldito Duende a las 12/22/2005 11:29:00 a. m.



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    12/20/2005 11:02:00 a. m.

    Incoherencias (III)



    Martes 20 de diciembre de 2005. Me retuerzo en mi cama en busca de conciliar ese sueño que me abandona en ésta época del año. La adrenalina a la que me someto diariamente por mi trabajo me dura 24 horas y no tiene fecha de vencimiento. Son las seis de la mañana y, curiosamente, Toby duerme. Momento de venganza. Me siento en la cama, lo miro y le ladro en el oído. Despertate que quiero un vaso de Coca, le pego con la pata en la suya como me hace él. ¡No me gruñas! ¿Viste que feo que es? Acordate cuando no me dejás dormir.
    No se quiere despertar aunque sé como hacerlo, tengo lo necesario para que esto ocurra, yo me voy a hacer un mate pero te voy a encerrar acá y te voy a dejar puesto el tema de Miranda "¡Es la guitarra del trolo!". Cerraré bien la puerta para no escucharlo así sufrís la mañana como me haces sufrir a mí. ¡Despertate!

    Mientras preparo el mate imagino los que nos vamos a tomar cada mañana cuando despiertes a mi lado después de darte los "buenos días" como corresponde. Puedo verte y sentirte desnuda y transpirada después del primer amor de la mañana, tu respiración agitada y mis piernas que tiemblan en la cocina con los amargos casi listos.

    Toby comienza a aullar. Encerrado lo puedo imaginar con los oídos sangrantes por la ¿canción? que le deje puesta. ¡Ya sé! ¿Querés que te saque Miranda? Vas a tener que disfrazarte de Rodolfo, el reno que el Pacha le secuestro a Papa Noel y salir el 24 a la noche a repartir regalos con el Gordo. Vos elegís, ¿Miranda o Rodolfo? ¡Claro! Rodolfo. Ya te traigo los cuernos de Reno. Salí vos pero no entro hasta que termine el tema y ¡NO ME GRUÑAS!

    ¿Viste que se viene navidad? ¡Qué! ¿No sabías? Sí, el 24 de diciembre es noche buena y el 25 navidad. Es época de regalos hipócritas y demagógicos, pocos presentes de corazón y sinceros. Pero a mí la vida me fue haciendo regalos todos los días y toda la vida y me dan ganas de agradecer. Así qué GRACIAS...

    ... a la sombra por mostrarme tu luz a cada segundo.
    ... a la omnipotencia por hacerme sentir que si no es con vos no puedo hacer nada.
    ... al odio porque gracias a él disfruto de tu amor a diario.
    ... a la luna por decirme que sos mi sol.
    ... al sol porque me hace disfrutar de tu luna durante la noche.
    ... a las guerras por la paz que me das.
    ... al aburrimiento ya que al tenerte enfrente se retira indignado.
    ... a lo virtual que te hizo real.
    ... a los cuervos por tus palomas.
    ... al abandono de todas las mujeres abandonadas y que me abandonaron porque no hicieron más que acercarme a vos.
    ... al negro por tus rojos, azules, verdes y amarillos.
    ... a la ceguera que me hizo verte en el momento justo.
    ... a la muerte por cada segundo de vida al lado tuyo.
    ... a la soledad por el café y el destierro que le propinaste.
    ... a Toby por hacerme hablar Incoherencias.
    ... a sentirme mudo porque encontré en vos la inspiración necesaria.
    ... al despertador arrancasueños por nuestros "Buenos Días" transpirados y jadeantes.
    ... al llanto por tu risa.
    ... al frío por tu calor.
    ... al perro. Al perro lo voy a matar porque como lo desperté me meó la pata de la cama. Me parece que los cuernos del reno Rodolfo se los voy a meter en el.... (piiiiiiiiiiiiii)

    Fernando A. Narvaez


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    Fue una Producción de: Maldito Duende a las 12/20/2005 11:02:00 a. m.



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    12/17/2005 12:45:00 p. m.

    Consulta (II)

    ¿Dónde cuernos van a parar las palomas, que mueren de muerte natural y no aplastadas por algún automóvil?

    Pd: No acepto respuestas como la del Pacha que dice que van a morir a Palomar (Cuac)


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    12/14/2005 10:59:00 a. m.

    Diálogo (Reedición o Falta de Ideas)

    Cuando me senté en aquel bar, jamás creí que ella iba a atreverse a sentarse a mi mesa. La había visto perseguirme agazapada por entre las gentes, los autos y los árboles de la ciudad. Como una amante despechada y herida había estado acechándome. Pero en ese bar lleno de gente me sorprendió y se sentó frente a mí sin pedir permiso.
    Hacía tres meses que la había alejado de mi vida, después de haber vivido muchas cosas juntos, noches inacabables de café y cervezas y camas compartidas con almohadas conocidas y no tanto. Largos años entreverados en un amor enfermizo y plagado de costumbre. A veces la monotonía y la rutina nos habían llevado a amanecer en distintos lugares y a la sombra de distintos soles. Hacía mucho tiempo que yo la detestaba y la sufría, pero ella, caprichosa y cruel, no sólo disfrutaba de mi presencia ausente sino que lo hacía al verme dejarme caer.

    Tres meses después de que una dama me rescatara, ella no concebía el hecho de mi abandono y se sentó delante de mí con todo su arsenal de tristeza y toda su tropilla de fantasmas:

    - ¿Cómo estás? - Preguntó
    - En mi mejor momento
    - Eso no te lo crees ni vos, es imposible que no me extrañes aunque sea un poco después de todo lo que vivimos...
    - ¡Qué viviste! - interrumpí
    - ¡No te hagas el tonto! Vos lo disfrutaste también - dijo con su aire de omnipotencia característico.
    - ¡Claro! Todos disfrutamos de tu compañía en algún momento, pero vos te encaprichaste conmigo y me fuiste quitando la vida muy lentamente, hiciste que me acostumbrara a vos pero, finalmente, me abrieron los ojos.
    - Fernando ¡No me jodas! No existe quien te abra los ojos después de todo lo que sentiste por mí, o te olvidas de todas nuestras noches en las que me confundías con el verdadero amor. Noches enteras de besos y roces robados en las que te creías un superhéroe y después, la mañana me acercaba a vos y suavemente te susurraba al oído lo solo que estabas.
    - ¡Pero todo eso cambió! Y vos lo sabés muy bien, por eso tu preocupación y tu persecución constante. O ¿te pensás que no te veo amenazante? Pero enterate, desde hace tres meses soy inmune a tus amenazas.
    - ¿Y qué hacés solo en este bar?
    - ¿Quién te dijo que estoy solo? Ella viene conmigo al lugar donde me encuentre aunque no esté presente. ¡Hacete cargo! Te ganó la batalla a fuerza de sonrisas, besos bien dados y caricias humeantes en la piel. ¡No podés con mi mujer! Sos un fantasma.
    - ¿Fantasma? Claro que lo soy. En tu mente, en tu corazón y en tu alma. Me extrañás y te morís por volver conmigo. Fantasmas son los que te invaden en las noches cuando te acordás de todo lo que vivimos juntos, y eso no me lo podés negar. Todas las noches estoy presente en tu cama, en tu piel. ¡No lo niegues! - dijo y noté que lentamente se iba poniendo más y más nerviosa.
    - ¿Por qué temblás? - era el momento de empezar a manejar yo mismo la charla.
    - ¿Quién tiembla? Eso es lo que vos deseas, acordáte como siempre estuve cuando te abandonaron o abandonaste.
    - Por supuesto que me acuerdo. Cierto es que conozco tu oportunismo y tu vocación por ganar los corazones heridos, pero también conozco tus intenciones de exprimir a esos corazones y dejarlos como una pasa de uva, marchitos y herrumbrados, sin la posibilidad de salir adelante. Pero ella llegó a mi vida y mi corazón volvió a vivir, tres meses pasaron de nuestro primer beso y cada vez son más cálidos, más erizantes. Su piel te desterró por completo aunque no lo quieras ver y dejaste de existir para mí. Y aunque te duela, date cuenta que ahora la que está sola, por mi parte, sos vos. Es hora de que te enfrentes a tus propios fantasmas y tus propios miedos. Tenés la patria potestad de tu nombre y el dominio absoluto de todos tus fantoches que, hoy por hoy, sólo enfocan hacia dentro tuyo. Podés decirme y recordarme lo que quieras, pero date cuenta de que éste cristiano que te habla es feliz. Y lo es gracias a es dama bella e incondicional que me acompaña a cada hora y a cada minuto con sus besos, con su tacto y con su piel, con nuestra vida y nuestros proyectos. Te ganó la partida. Jaque mate para vos. No tenés piezas tus peones huyeron poniendo en evidencia tu propia cobardía, tus torres se derrumbaron, tus alfiles fueron ahorcados, tus caballos sacrificados y tu rey... nunca existió tu rey, lo enrocaste y lo encerraste. Tu rey ha muerto. Vos misma has muerto en mi vida. ¿Algo más que decir?

    Su estado en ese momento era de completa redundancia, era ella misma en su esencia y en su alma. Mi mujer sin siquiera imaginarlo, le había ganado la batalla a un amor enfermizo de muchos años, y ella, hoy sentada frente a mí en esta mesa de este bar se consumía en su caldo y se abandonaba a su ser.
    Cuando la Soledad se vio derrotada de forma contundente, mientras me laventaba me dijo:

    - No te hagas ilusiones ¡Volverás a saber de mí!
    - Jamás te voy a negar, sé que exististe y conozco todo el mal que me hiciste. Pero eso no me hace temerte, sólo tenerte en cuenta. Volvé cuando quieras y charlamos. Pero te conozco y sé que no te quiero en mi vida. Gracias por eso, por mostrarte y dejarme vivirte. Pero una mujer más fuerte que vos te ganó la guerra y ahora estoy acompañado como nunca lo estuve en mi vida. Dejá que el café lo pago yo.
    Chau Soledad, en nombre de mi compañía te dejo acá sola y herrumbrada como en algún momento tuviste a mi corazón.

    Fernando A. Narvaez


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    Fue una Producción de: Maldito Duende a las 12/14/2005 10:59:00 a. m.



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    12/12/2005 01:19:00 a. m.

    Consulta

    ¿Qué fuerza, natural o sobrehumana, hace que nuestro dedo vaya y se pose justo sobre ese granito que está naciendo?


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    Fue una Producción de: Maldito Duende a las 12/12/2005 01:19:00 a. m.



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    12/07/2005 12:05:00 p. m.

    En el Bondi

    Dispuesto a encarar mi nuevo día laboral, tomo mi mochila y parto raudo hacia la parada del colectivo. La línea que me deja a una cuadra del trabajo es la 41, pero podés ponerle el número y ramal de la línea que se te antoje, no es un dato mayor ni relevante. Voy con los auriculares calzados y las monedas listas en la mano.

    En la cola de espera hay poca gente, por ponerles un nombre están: Luis, 16 años con un libro en la mano y despuntando el vicio de la lectura. Un poco más atrás y desplegando todo su amor se encuentran Carlos y Paula, besándose y haciéndose las caricias esas que te hacen pensar: "¡Qué lindo que la gente se quiera! Pero ¿no podrían quererse sin darle hambre a los indigentes de caricias y besos postergados?" No importa, me sumerjo en las canciones y miro para otra parte.
    Un poco más atrás se encuentra Marta con su hijo Lucas de 2 años en brazos, lo cual me hace perder automáticamente mi turno de subida al vehículo. No me preocupa demasiado, al fin y al cabo soy un caballero.

    Después de 10 minutos de espera asoma la trompa por la esquina el colectivo esperado. Todos estamos listos para treparnos y emprender nuestro viaje. Luis, caballero gentil, cierra su libro y hace lugar como para que pase la dama que estaba con su hijo, hago lo propio y Carlos no se percata (quisiera creer) y la empuja a Paula arriba del móvil ¿Atrás subieron Marta y Lucas? ¡No! Subió Carlos, al cual no le alcanzó el tiempo en la parada para separar las monedas y delante de la máquina expendedora se pone a hurgar entre los bolsillos, todas monedas de cinco centavos que va poniendo de a una por vez mientras nosotros seguimos esperando. Las monedas no le alcanzan, como era de esperarse, y Paula acude en su ayuda desde el segundo asiento doble que, dicho sea de paso, eran los únicos libres. Mientras, a todo esto, el muchacho sin monedas ni siquiera fue capaz de dejar pasar a la madre que esperaba detrás de él con el hijo que empezaba a ponerse fastidioso.
    Finalmente y luego de destruir la alcancía porcina que tenía en el bolsillo, la pareja se sienta feliz a seguir besándose en el segundo asiento libre del colectivo.

    Marta saca su boleto, sube Luis y cuando me encuentro a punto de poner mi pie en el estribo la veo, venía corriendo desencajada como si fuera el último colectivo de la galaxia: "¡Parálo! ¡Parálo que no llego!" Le pido al chofer que espere un segundo y le hago lugar a Silvana para que finalmente consiga llegar a la meta olímpica impuesta por su no salir a tiempo de la casa. Fui preparando en mi garganta las palabras: "No hay de qué" al pedo porque ni gracias. Haciendo valer el derecho adquirido constitucionalmente, la mina se subió al colectivo con todo su poder de mala educación en la frente. Lo solucioné con un pequeño pisotón en el tobillo sin siquiera pedirle disculpas. ¡Jodete por maleducada!

    Pasado el tiempo consigo sacar mi boleto, en mis orejas sonaba un tema de Bunbury y al llegar al fondo del colectivo la veo a Marta con Lucas sentada en el sexto asiento simple. ¿Cómo llegó hasta ahí si Carlos se sentó con su novia en el segundo asiento doble? ¡Rata!

    Me sitúo pasada la puerta del medio del colectivo mientras sigue subiendo gente, nadie baja pero no molesta demasiado ya que no es un viaje largo, quince minutos a más tardar. Nada grave. A mi lado se encuentra Jimena con cara de haber trabajado toda la mañana y con el evidente calor que nos agobia a todos. De pronto un oasis. Se desocupa el asiento posterior inmediato al de Marta y su hijo, Jimena se relame ante la posibilidad de descansar sus piernas. Pero no se había percatado del chacal que acechaba escondido a un metro y medio de distancia. Javier, de unos 35 ó 40 años, al ver que la persona que estaba sentada se preparaba para bajar, puso una rodilla en tierra, la punta de los dedos en el piso y levantó su culo esperando el disparo que lo consagre en los cien metros llanos. Se cruzó entre ella y yo arrastrando mi mochila sacándome los auriculares de la cabeza, haciendo que Jimena pegue un salto hacia atrás y, como es obvio, sentándose él.

    Decido darme vuelta enfocándome hacia los asientos dobles y evitando así escupirlo en la cara, ya ni reconozco a quien canta en mi cabeza. A mi izquierda una pareja charlaba amistosamente, poco faltaba ya para bajarme cuando se desocupan los dos asientos que tenía delante de mí, claro está que no iba a sentarme si faltaban tres paradas para mi abandono del móvil. Le abro paso a la pareja pero cuando estaban por encarar hacia el asiento, agradeciéndome de forma cortés, se levanta una vieja que estaba en el asiento de adelante y, amagando a bajarse, se aventura hacia el asiento libre en busca de la ventanilla separando así a la pareja. Incrédulos la miramos los tres.
    Al mismo tiempo lo veo a ése Javier que a las seis cuadras de empezar su carrera hacia el asiento, se baja.

    Ya me daban ganas de romper el colectivo a patadas cuando me tenía que bajar. No hay cosa que me ponga más paranoico que tocar el timbre en el bondi con el discman funcionando, no oigo si suena y odio enfrentarme a la pregunta estúpida de: "¿Bajás en esta?" - "Y sí tarado, bajo acá no escuchaste que toqué el timbre"
    Por no enfrentarme a ninguna de las dos situaciones siempre intento dejar que alguien baje primero.

    Pero no contaba con Carlos y Paula. Estaban preparados para bajar y a punto de tocar el dispositivo que hace que el conductor pare y abra la puerta, cuando a 30 metros de la parada Paula que dice: "No es esta, es la otra"

    Terminé bajándome dos cuadras más adelante y a punto de estallar de bronca. Viendo cómo nos cagamos mutuamente y todo el tiempo. Y noto que eso no pasa en el colectivo solamente, pasa en todos lados; en la calle, el trabajo, en la escuela, en la vida.

    Ojalá existiera un lugar donde éste bondi pare y nos permita bajarnos de este mundo ególatra y omnipotente en el cual nos ha tocado desenvolvernos.

    Fernando A. Narvaez


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    Fue una Producción de: Maldito Duende a las 12/07/2005 12:05:00 p. m.



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    12/05/2005 11:43:00 a. m.

    Amalia

    Es el día de hoy, que a Amalia, esos dos días de su vida no se los puede borrar de la memoria, el corazón y el alma.

    Habían cruzado sus miradas casi de casualidad en el puerto de frutos. Ella contaba con 20 años y él era un marinero europeo. Si bien ella no conocía el idioma le bastaba con su mirada y con escasas tres horas para entender el lenguaje de su piel. Dos días faltaban para que él se embarcase nuevamente quién sabe rumbo a qué puerto. Se amaron intensamente y ella conoció el amor de una vez y de un tirón. Sus cuerpos se fundieron en uno durante aquellos días que, al momento de comenzarlos eran interminables, pero como todas las grandes historias de la vida, se terminaron en el momento menos esperado.
    El marinero se embarcó nuevamente con la promesa: "Vendré a buscarte o a quedarme."

    Y ella esperó. Lo esperó al punto de postergar sus sueños y su vida por su inagotable espera. Con el tiempo le llegó sólo una foto de ambos que el marino había sacado con una cámara prestada. La foto ajada, amarillenta y vieja es el único bien material que le quedó de aquel amor intenso y fugaz.

    Ríos de aguas saladas inundaron su mundo, el tuyo y el nuestro, sin que ninguno de nosotros nos diéramos cuenta. Lloró en silencio y sus lágrimas aún nos mojan los pies.
    Durante mucho tiempo odió. Lo odió con toda su alma y de la manera que sólo puede odiar un corazón colmado de amor. Jamás la escuché decir una mala palabra, pero estoy seguro que su odio hubiera logrado sacarle un : "¡Hijo de puta, te odio!" mientras lo abrazaba con lágrimas en los ojos.
    El marinero jamás volvió, pero consiguió llevarse de esta parte del planeta uno de los corazones más puros que existen sobre la tierra.

    Con el tiempo Amalia se casó tratando de olvidar aquellos días, pero el amor, caprichoso y cruel, se empecinó en no permitirle el olvido. Dió todo por su marido y sus hijos, pero su esposo nunca fue dueño absoluto del corazón de su señora. Vivió en la ignorancia de que su mujer no era tal sino sólo su esposa. De hecho no hubiera logrado jamás su corazón porque nunca supo que ella lo tenía en Dios sabe qué puerto del planeta.

    Buscó información de aquel marino, pero no estaba segura de recordar su nombre. Sólo tenía esa foto y siempre encontró como respuesta: "Podría ser cualquiera de nosotros que andamos por todas partes del mundo."

    Cuando falleció su marido, la hija mayor la encontró sentada en una silla llorando y mirando aquella foto testigo de su amor. Luego de contarle la historia y de hacerle saber a la hija de todo lo culpable que se sentía por no haber sido plenamente de su marido, su hija le dijo: "Papá se fue de este mundo siendo muy feliz, no estés mal, el siempre te creyó suya."

    Hoy Amalia cumple 80 años, y no olvida ese amor, pero ya no llora, sabe que al menos dos días en su vida fue feliz y que esos dos días fueron los que le enseñaron la verdadera existencia del amor. En ese tiempo se enteró que el amor es palpable y que sobre todo se puede vivir.

    Amalia. ¡Feliz Cumpleaños!
    Fernando Narvaez
    Arreglos y Producción: Gons


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    Fue una Producción de: Maldito Duende a las 12/05/2005 11:43:00 a. m.



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    12/01/2005 11:50:00 a. m.

    Frustración

    Como siempre, el despertador sonó a las seis de la mañana. Lo apagaste a tientas, entre las tinieblas de los sueños casi vividos durante la noche, tus párpados pesados se empecinan en no dar crédito a las órdenes cerebrales insistiendo en no abrirse. Habías conseguido dormirte a las cuatro, después de una buena ducha. Era diciembre y el clima, apretaba con su calor agobiante.
    A pesar de todo te levantas. El primer pensamiento fue que te enfrentabas al peor mes de tu vida en cuanto a lo laboral. Trabajas en un comercio y la proximidad de las fiestas convierte a la gente en paranoica y poseída por un supuesto espíritu hipócrita navideño. Los días se alargan y se hacen insoportables.
    Éste era un jueves normal de diciembre en el cual ni siquiera ibas a tener tiempo para ir al baño.
    No ves a tu novia desde hace un par de días y la absorción laboral, posiblemente, no te permita verla en un cien por cien de tu capacidad. Te duele, le duele y les duele. Es sólo un mes, pensás, y después llegaran las vacaciones merecidas. ¡Todo se va a solucionar!

    El día se presenta como lo previsto, a las doce del mediodía tu vejiga está inflamada hasta sentir que te estalla en las entrañas. El hambre apremia y conseguís pedirle un yogur a un compañero que consigue escapar al control policial de tus superiores. Lo comes de parado y casi te diría que con la tapa puesta.
    La paranoia de los clientes te pisa y te aplasta. Te tiran del brazo para que los atiendas primero a ellos sin importarle y sin respetar que estás con otra persona. Gajes de un oficio de vendedor al que ya te acostumbraste.

    El hambre crece y el reloj está quieto, la aguja da vueltas pero hacia la izquierda. Son las tres de la tarde y te faltan seis horas. Tu estomago se pega a tu cerebro y comenzás a desvariar, soñás con un pollo al horno con papas. Sentís que el cliente que te persigue no es gente, sino que es ese pollo enorme, dorado y oloroso que te empalaga el cráneo. Divagás con un mantel rojo y blanco a cuadros y con una mesa bien servida en la cual, el pollo descabezado baila al ritmo impuesto por tu estómago, te mira y se te caga de risa. Por un instante para y te deja mirar el reloj. Son las siete de la tarde. ¡Sólo dos horas más!

    A esta altura la cantidad de gente en el salón de venta es una manifestación. Estuviste en los recitales de los Rolling Stones y de U2 y había menos gente.
    El gerente viene y te dice que trabajan una hora más. ¡NO! ¡NO! y ¡NO!
    El pollo se cansó de bailar y recostado te mira desafiante y te dice: "¡Comeme, papi!"

    Diez de la noche y la persiana comienza a bajar, la gente se encapricha y no quiere salir, siguen dando vueltas dentro del local. Claro, ellos comieron.

    Once de la noche conseguís salir, las piernas no te dan abasto, corres desesperado a tu casa donde te espera tu madre o tu novia (por fin)
    Abrís la puerta del edificio y lo sentís. El aroma de tu pollo al horno se te hace carne en las fosas nasales y podés imaginar tu mesa dispuesta, lista para ser abordada en un ataque digno del mejor pirata. Tu barco se acerca al del enemigo y estás a punto de capturarlo mientras el aroma es cada vez más intenso. ¡Lo tenés! ¡Es tuyo!

    Abrís la puerta del departamento y ya no importa quien te recibe. Sólo existen las palabras crueles, viles y asesinas que te escupen en la cara sin siquiera decirte buenas noches.

    "¡Llegaste! ¿Pedimos pizza?"

    Fernando Narvaez


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    Fue una Producción de: Maldito Duende a las 12/01/2005 11:50:00 a. m.



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