8/26/2005 11:30:00 p. m.
Vos y Yo
Vos y Yo
Estuvimos a punto de dejarnos ir, de permitirnos pasar desapercibidos. Pero no fue así. Vaya uno a saber qué clase de fuerzas intangibles y poderosas nos desmembraron las estructuras previamente ensambladas; a veces con certeza y precisión de relojería, y otras, tan equivocadas y provocadas por nuestras propias limitaciones. Éstas fuerzas te habían traído hasta mis rutinas claramente delineadas por mi egocentrismo. Vos andabas con proyectos, una carrera, una ciudad y un mundo deliberadamente apartado al mío. El caso es que no nos dimos la importancia que el destino tenía preparada para nosotros.
Pasó un Ángel y lanzó dos flechas.
Tus ojos se clavaron en mi vaso en forma de aceitunas. Desde el fondo me examinaban, se reían conmigo, se fundieron en mi bebida y el ardor provocó en mi cuerpo la necesidad de beber tremendo elixir en un fondo blanco inobjetable y eterno. Dejé de ser el mismo. Mi cárcel, mi armadura y mi cota de mallas se derrumbaron en un torrente de adoquines. La desnudez de mi alma abdicó ante tus ojos bebidos, tal vez ni vos misma te diste cuenta que habías dejado de tenerlos. Se fundieron en mi cuerpo juntándose desde adentro con los míos. Nacimos. Aprendimos la diferencia entre ver y mirar y nos miramos. Sin darnos cuenta el amor, hasta ese momento desconocido, nos mostró de manera escandalosamente caprichosa los mismo colores, las mismas cosas y todo cambió.
Comencé a verme con tus ojos por dentro y por fuera. Me descubrí otro tipo. Un tipo totalmente desconocido. Un tipo que yo me había extirpado de cuajo hacía algunos años. Me vi a mí mismo. Te vi a vos, desnuda frente al espejo que te devuelve de a una cada palabra mía escrita o arrojada al viento para intentar acariciar tu oído y rozarte el cuerpo con expresiones. Química sin propiedades que se olvida de todos los elementos. Física caprichosa que no entiende de fuerzas, ni de acciones, ni de reacciones.
Mirándote desnuda con nuestros ojos mis manos te gritan mi amor, mi boca escucha tu aroma y te lo devuelve en saliva que, de un tirón, se funde con la tuya en una danza digna del mejor sentimiento jamás catalogado. Mientras, nuestras lenguas, bailan al compás de la música de nuestra visión mancomunada por nuestros propios ex reprimidos permisos.
Estabas ahí y yo acá. Te me habían presentado las pasiones sin gobierno de esta gigantesca inmensidad y nuestros propios ojos de humanos limitados no nos permitían descubrirnos. Volamos más allá de los mares a un plano que sólo nuestros cuerpos unidos en un lazo de piernas y brazos pudieron llevarnos.
Y estamos y somos y existimos y nacimos y disfrutamos y vivimos y jugamos y soñamos y cumplimos y ganamos y ansiamos y gozamos y abrazamos y besamos y convivimos y aprendimos y remontamos y reventamos en nuestros cuerpos con esta pelota de amor que crece a cada segundo y que ya no me interesa pararla. Se magnifica a cada segundo, a cada instante; aunque ya no existan los relojes, ni las escalas, ni nada que pretenda ponernos un límite.
Estabas ahí y yo acá pero no nos veíamos. Ahora estás acá y yo allá. Los dos, vos y yo en un tercer cuerpo que nos une y nos muestra que nada es intangible porque te siento a mi lado, porque te meto en mi cama cada noche que ya dejó de ser de mi propiedad para ser un derecho compartido donde no paro de acariciarte, porque mientras te duchas mi saliva se funde con el agua y besa todo tu cuerpo logrando que tu baño sea el mío y ahogando el deseo de un beso incontenible.
Y pensar que nos íbamos a dejar ir. Y pensar que nos íbamos a pasar desapercibidos.
Fernando Narvaez
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Fue una Producción de: Maldito Duende a las 8/26/2005 11:30:00 p. m.
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