Y... ¿cómo te fue con la dama?
¡Esa mujer puede conmigo, hermano! ¡Es una criatura muy dulce! - me respondió
Cuando escuché que estas palabras se le caían de la boca, sentí el golpe de las copas que estaban encima de la mesa que nos separaba. Mi silla tembló. La tierra se estaba acomodando.
Supe que la había encontrado.
Marcos es un tipo casi normal, más común de lo que vos y yo podemos serlo. Sencillo, dispuesto a todo por uno. De más está aclarar que es como mi hermano y te aseguro que vos lo querrías tener de amigo.
Busca y rebusca entre sus carencias para sacar eso que te pinte una sonrisa en la cara. Créeme que lo consigue.
La vida y él mismo, por qué no decirlo, se han encargado de ponerlo de cara con las mejores y con las peores circunstancias. Había creído encontrar el amor y más tarde se dio cuenta que, el amor, no siempre lleva el mejor disfraz. Dio el paso al costado en el momento indicado, se había asegurado que al darlo no hubiera nada ni nadie que lo atara a aquella persona, explotó sus dotes de cazador avezado y supo cazar su presa, en este caso la víctima era la libertad. ¿Sufrió? Por supuesto; a veces obtener la libertad es doloroso. Sufrió como cualquiera de nosotros al sentir que el tiempo se le escurrió en silencio, aunque jamás sintió que había sido en vano. Canalizó el duelo y lo aplicó como enseñanza para el resto de sus días. Empezaba a saber qué era lo que no quería.
Pero la vida, maestra fervorosa y ardiente, se empeñó en mostrarle más dolor, más duelos. Le dio otra enseñanza. Le puso delante una mujer que, al igual que le pasó a éste que escribe, no venía sola. Tenía un niño que le dio a Marcos una responsabilidad extra. Lo proyectó, en su mente como padre. Uno de esos padres que vos como hijo, quisieras tener. Rió, soñó, flotó, divagó, disfrutó y sobrevivió junto con aquel chico. Sólo los que pasamos por esa experiencia conocemos lo que significa no tener una conexión sanguínea con aquellos que adoptamos desde el corazón. La rotura del lazo es demasiado pesada.
El sueño volvió a evaporarse como una lluvia de rosas que al tocar el suelo, se marchitan y se desintegran.
Se sintió vacío nuevamente. Pero volvió a canalizar y aprendió. Levantó la cabeza nuevamente y con ella, su brillo personal.
Pasó el tiempo como cualquier soltero. Buscando, la mayoría de las veces sin encontrarlo, el amor debajo de faldas ocasionales que le brindaron caricias efímeras y superficiales. De esas que cuando se alejan, te dibujan tu misma soledad como un Chagall, esas que te delatan lo vacío que estás. Cabe aclarar que también él, ha roto un par de corazones.
El caso es que el tipo no se rindió. El destino y las casualidades lo juntaron, quizás, con gente egoísta y demasiado omnipotente que lo hirió. En este caso no hablo de la vida en sí, el egocentrismo sólo forma parte de la vida de quien lo practica y lastima a los demás, los eclipsa y no permite que los demás dejen el alma en la cancha por ellos. Marcos se jugó por esta gente y le pagaron con basura, por llamarlo de alguna manera.
Anduvo errante por el camino un tiempo. Pero siguió intentándolo, como un caballo que espera el fustazo para emprender la carrera que lo consagre. Muerto el perro se acabó la rabia - se dijo y volvió a sacar la cabeza, sólo que ahora tenía el corazón tan afilado como los ojos de un Águila. Volvería a poner las fichas a pleno aunque se pegue la cabeza contra el piso otra vez.
Es una criatura muy dulce - me dijo y supe que había abdicado.
Había llegado a su vida por casualidad, que es la única manera en que nos llegan las mejores personas. Te toman por asalto, te hacen piquetes en el corazón y te formatean el cerebro haciendo que sólo pienses en ellas.
Ese día, el del encuentro, Marcos se había preparado como lo podés hacer vos, como sin duda lo hago yo. Seguro estoy de imaginarlo al pegarse esa ducha borra-pasados, sintiendo la satisfacción de estar bañándose, vistiéndose y perfumándose para alguien y no por una cuestión de higiene personal. Lo estaba volviendo a hacer por una criatura muy dulce, tal vez, la más dulce que hubiera conocido.
Al momento de nuestro encuentro se habían visto en un par de oportunidades. Me habló, además, de la claridad de su mirada más allá del color de ojos.
MARCOS: me hace muy feliz escucharte, leerte y saberte con una nueva ilusión. Saberte otra vez en carrera y dispuesto a darte la oportunidad que te merecés y, además, de darle la oportunidad a dicha criatura de tener al lado a un tipo como vos, que sin duda se merece.
Si bien lo mío es más complicado, y lo digo por la distancia, quién te dice para fin de año y de una REPUTA vez seamos cuatro brindando como hace casi 10 años nos propusimos.
UN ABRAZÓN DEL DUENDE
(por Fernando Narvaez)
Soundtrack de éste relato
(Disponible en Radioblog)
Pequeña criatura
(Ismael Serrano)
Voy a buscarte a la salida del trabajo,
a Madrid le faltan caricias y abrazos.
Se los daremos ahora.
¿Cómo ha ido todo? ¿Me has echado de menos?
¿Sabes? Anoche apareciste en mis sueños,
llevabas menos ropa.
Hoy he encontrado en el Segunda Mano
un piso modesto, céntrico, barato,
en el paraíso apenas a unos minutos,
si vamos en Metro, del resto del mundo.
Sueño con ello mientras mi calor te espera.
Impaciente, inexperto, yo quemo la cena.
Llegas tarde a casa.
¿Dónde te has metido? Te creía perdida.
Me besas y aguantas mis bellas mentiras.
Traes por fin la calma.
Un día de estos te doy un susto y te pido,
seria y formalmente, que te cases conmigo.
Ay, mi vida, un día el susto te lo doy yo a ti,
y si me preguntas, te respondo que sí.
Pequeña criatura, la esencia más pura
va en frasco pequeño.
Amor mío, ya lo sé, el mismo recipiente también
encierra veneno.
Asumo el riesgo, te miro y planeo
una vida contigo cargada de sueños.
Y si no se cumplen cuando despertemos,
con la luz del día ya veremos lo que hacemos.
Pequeña criatura, la esencia más pura
va en frasco pequeño.
Amor mío, ya lo sé, el mismo recipiente también
encierra veneno.
Asumo el riesgo, te miro y planeo.
Si te falta una almohada, yo te presto mi pecho.
Y si no te amoldas a sus recovecos,
con la luz del día ya veremos que hacemos.